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2005/01/14

Las Aventuras de JSB (1ª entrega)

Todo empezó un triste día de otoño. Los árboles, ya desnudos de hojas, temblaban de frío por causa del viento. Las nubes, como grandes masas de algodón ennegrecido cubrían, amenazantes, el azul del cielo. Era otro de esos días aburridos, tristes, asquerosos, a los que ya estaban acostumbrados los habitantes de la ciudad de Aberdeen.

Yo, me encontraba como siempre, aburrido. Era mi estado habitual, por lo que las condiciones atmosféricas no me afectaron en absoluto, me era indiferente. Estaba recostado en mi silla móvil tapizada de cuero de mi oficina de Aberdeen. Es una oficina normal, sin grandes comodidades, pero con cierta elegancia. Las paredes y el techo están pintadas de blanco, ya que es el único color que me parece adecuado para ello. Los muebles están algo dañados por el paso del tiempo, pero aún aguantarán unos años más porque no tengo capital suficiente para plantearme grandes reformas en la oficina. En cuanto a los objetos de bulto, a los adornos, no me gusta tener muchos; tan sólo tengo un cenicero, un par de cuadros y unas figuritas de porcelana de tipo oriental.

De pronto, cuando practicaba papiroflexia aeronáutica con los informes de mi mesa, tuve el presentimiento de que mi suerte iba a cambiar, de que por fin alguien iba a necesitar de mis servicios otra vez, de que no era un simple adorno lo que ponía en mi tarjeta:

James Street B.
Detective privado.
Hago descuentos 2 X 1 y 9 X 6.
Horario => laborables: de 10:00 a 14:00 y
de 16:00 a 21:00 (hora de Ruabendia);
festivos: que curre tu padre.
Dirección: Jaseb 36, 9º C. Aberdeen (Ruabendia).
Tlf.: 555-7199531 (no acepto cobros revertidos).

¡Caramba!, a veces me asusto de mi mismo, ¡parezco Rapel!. Tal como predije, mi suerte dio un giro repentino: el teléfono comenzó a gritar "¡Cuidadín, cuidadín!, ¡cuidadín, cuidadín!". Sí, ya sé que es una horterada de teléfono, pero cuando lo vi en Teletienda, no me pude resistir.

Comencé a buscar el teléfono frenéticamente, hacía tanto tiempo que no sonaba, que ya no me acordaba donde lo había puesto. Siguiendo la pista del cable que surgía de la pared, lo encontré por fin; por algo soy detective. Una vez soplada la gruesa capa de polvo que lo ocultaba, me dispuse a contestar de una vez.

[CONTINUARÁ...]