Las Aventuras de JSB (2ª entrega)

[...]

- ¿Diga?
- Sí, una especial ahumados, otra al estilo Chicago y una tres pisos. Pero por favor, no le ponga anchoas, odio las anchoas. ¡Ah!, y también...
- ¡Echa el freno, madaleno!. ¿Pero qué porras dice?
- ¡Ah!, ¿es que no es ahí Pizzas Cómelas & Eructa (P.C.E.)?
- No, aquí es Sucedáneos Hispanos Idio & Ta (S.H.I.T.). -dije sin esperar que su serrín craneoencefálico captase la indirecta.
- Bueno, pues ya que estamos, ¿no tendrá por ahí...

No me apetecía seguir con este diálogo de besugos así que, colgué sin esperar a que terminara su pregunta. Puede que esta llamada tuviera cierta utilidad, porque me hizo recordar que no sólo de casos vive el hombre y que la pizza es mi comida preferida. Cogí mi "peculiar" coche (un Seat Marbella con techo solar, embellecedor de tubo de escape y pegata de Son Gokulo) y cuando iba ya a medio camino de mi pizzería favorita, me di cuenta de que hoy estaba cerrada. ¿Cómo no me acordé antes?, hoy es 31 de febrero (san Pepperoni Bendito), patrón de los "pizzeros". No tuve más remedio que cambiar de destino, esta vez iría a "Casa Ermenegilda Unto. Comida typical Galician". Aquí también venía a menudo, y pedí lo de siempre, el plato especial ("arroz con chícharos, patacas novas, repolo de Betanzos e cebolas").

Una vez que había digerido la suculenta comida (de light no tenía nada), decidí que ya era hora de divertirse un poco, así que me fui al cine con los coleguillas. La película que escogimos por mutuo acuerdo fue “Chorrente, la pierna ortopédica del rey”, de Santi Seg Urano. Disfrutamos como locos, el despliegue de medios fue impresionante: buenos y abundantes efectos especiales, actores de fama mundial (como Cañita Birra Brava), y una banda sonora que era una verdadera obra de arte. Resumiendo, seguramente esta gran peli se convierta en todo un clásico a imitar. Puede que hasta grandes críticos cinematográficos como el filósofo Beni Nopara la elogien.

Llegué a mi edificio sobre las 2:34, algo cargadillo, ya que Antón Bahamonde, me indujo a la bebida. Después de vomitar bilis en el descansillo del 2º piso, entré en casa. Eso sí, con grandes dificultades para acertar con la llave en la cerradura. Sin poder remediarlo, comencé a cantar a grito pelado canciones variadas, como p. ej. esta:

Oda a ella, la botella

Permitidme que le cante
a sus formas cristalinas,
y que venere ese arte
de propiciar papalinas.

Dejadme elevar la voz
con un acento divino,
para alabar los pedos
que he pillado con su vino.

Dejad que le cante al licor
que conserva como fruta,
y que me ha ayudado a seguir
a bandazos por la ruta.

Ahora quisiera hablar
de ése, su sano aguardiente,
que me ha ayudado a pasar
algún mal dolor de dientes.

Lo único que le reclamo,
aunque la siento tan mía,
es que en un par de tragos
se me quede tan vacía.

[CONTINUARÁ...]