¡Chicholina, tooma!
He recordado a un personaje muy curioso que salió en televisión hace algún tiempo.
Se trataba de un señor gallego que tenía a una gaviota de mascota. Le daba de comer y le puso nombre: Chicholina. Él lo explicaba con mucha gracia y acento gallego:
- Le puse el nombre por la italiana aquella, que andaba tan... despechada.
La mujer decía:
- A mí no me gustó cuando se lo puso, pero se lo puso y se lo puso.
El hombre decía que le daba de comer mejillones y lapas. Se mostraban imágenes realizando dicha labor mientras gritaba:
- ¡Chicholina, tooma!, ¡Chicholina, tooma!
Y contó que un día vio algo muy curioso, Chicholina estaba copulando, pero oh, cuál sería su sorpresa cuando vio que su gaviota era la que se ponía encima, con lo que dedujo con malestar que el nombre que había elegido no era adecuado: no era una Chicholina, sino más bien un Chicholino.
[fotografía de la genial Carussa]
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